lunes, 21 de noviembre de 2011

Minuto 89. Djukic falló el penalti

Se oye el pito de López Nieto en Riazor. Penalti. Serer, jugador del Valencia, cometía falta dentro del área al deportivista Nando.

Era el minuto 89. 0 a 0 en el marcador. El Depor se enfrentaba al Valencia en la última jornada de la temporada 93-94. Transformar ese penalti, supondría para los gallegos, conseguir la primera liga de su historia.

Donato, que había picado todos los penaltis esa temporada no estaba. Bebeto sí que estaba en el campo, pero nadie lo vió. Dónde estaba Bebeto? Gran pregunta, aunque tarde para responder. Quien sí que estaba allí era Miroslav Djukic.



El Barça, por su parte, había ya ganado 5 a 2 al Sevilla. Era la temporada de la cola de vaca de Romario, de los 30 goles del Baixinho y del 5 a 0. Era una temporada para acabar con el título de liga. Pero, después de que López Nieto pitara el penalti, en las gradas y en el banquillo del Camp Nou, gracias al bonito hecho de que todos los partidos de la última jornada se jugaban a la vez, pareció desvancerse el sueño. En el Camp Nou, hasta el momento, ya se había hecho el trabajo. Stoichkov, que había recibido el Balón de Oro ese año, había metido dos goles. Romario, Laudrup y Bakero habían hecho un gol cada uno para dejar el marcador en 5 a 2.


Djukic cogió el balón en Riazor. Ese penalti suponía la primera liga de la historia de un Depor, en ese momento, recién ascendido. Debajo de los palos estaba González, portero suplente hasta el momento de Sempere. López Nieto hizo sonar su pitido. Djukic fue hacia el balón, golpeó a la derecha de González. Raso. Golpeó para ganar el campeonato, pero el balón nunca cruzó la línea de gol. Paró González.

El Camp Nou se convirtió en éxtasis. Era la tercera liga, después de las dos de Tenerife, dónde se ganaba en la última jornada. Esos tres años, con esas tres ligas del Dream Team de Cruyff, cambió la historia del Barça. El Barça empezó a convertirse en un club ganador, gracias a la desgracia de otros. En esa ocasión, la de Miroslav Djukic, al que siempre le perseguirá en su vida futbolística. Nadie pero, se acuerda de Bebeto, el crack del equipo. Nadie se acuerda que se escondió para no chutarlo. Todos nos recordamos de esa liga de la temporada 93-94, del Dream Team y del pobre Djukic, que sirvió en bandeja de plata la tercera liga consecutiva. La 14 de la historia blaugrana.

Lo que pasó más tarde en Atenas, se queda en el olvido. Es la gran virtud y desgracia del deporte. Siempre tienes otra oportunidad. También la tuvo Djukic.




martes, 8 de noviembre de 2011

Minuto 37. Putt de sonrisas

Martes 8 de Marzo del año 2005. El Barça cayó eliminado de la Champions. Puede que fuera el día en que se empezó a sembrar lo que hoy estamos recogiendo. Esa derrota animó al equipo a ganar la Champions el año siguiente...

Minuto 7: Gol de Gudjohnsen. Abría el marcador de la noche el mismo que después se vestiría de azulgrana.
Minuto 16 i 18: Gol de Franky Lampard. Punto y seguido. Gol de Duff. 3-0. Se había acabado todo?

Aún no. Quedaba lo mejor (el putt) y lo peor (la eliminación). Ronie, con la segunda equipación, un dorado semi-apagado que se acercaba al ocre, recortó distancias con un gol de penalti. Ponía el 3 a 1 en el marcador. Entonces llegó el momento:

Era el minuto 37 cuando Oleguer Presas hizo un control en el mediocampo. Un control largo que le obligó a despejar el balón. Dirección el área del Chelsea. El balón bajaba de muy arriba, envenenado. Terry lo despejó como pudo de cabeza y fue a parar al que años más tarde, en el mismo sitio, se convertiria en Don Andrés. Iniesta controló con el muslo izquierdo, condució con el derecho y en la media luna del área, dejó el balón con el exterior del pie derecho para Ronaldinho.



Ronie controló el balón con el interior del pie derecho y se orientó de cara a portería. Situándose justo fuera y en medio de la media luna del área. Delante suyo estaba Carvalho. A su izquierda le acechaba Terry. Por detrás llegaba Lampard. Detràs de Terry, ya dentro del área, había Gudjohnsen, mientras que a derecha y izquierda del islandés los laterales Gallas y Ferreira. Ronie controló y pulsó el botón.

Algo se paro durante 2 segundos en Stamford Bridge. 2 segundos. Lo mismo que una eternidad en el futbol. El Gaucho fintó una, dos y tres veces con su pie derecho, mientras el izquierdo restaba inmóvil clavado en el césped del estadio. Inmóvil en la frontal. Paralizando el tiempo. Minuto 37. En el momento en que Lampard se acercaba por detrás, su pie derecho impactó el balón con la uña del pie; aquella parte menos plástica a la hora de hacer un remate. Aquella parte que los sabios lo llaman "recurso", él hizo magia. Cómo si de un putt de golf se tratara, su pie derecho dirigió el balón a media altura, cruzó el área de los blues entre el no-espacio y se coló a la derecha de la atenta mirada de Peter Czech.

Así llegó el 3 a 2 y puede que el gol más bello que Ronie hizo con la camiseta azulgrana. Un pequeño homenaje para quién recordó a los culés que, ser del Barça, hay que serlo con una sonrisa. Ese equipo de Rijkaard, Ronie, Deco, Eto'o, Márquez... Recuperaron lo perdido y a la vez murieron de su gloria. El mejor reflejo de ese equipo es este gol y su líder. Grande Gaúcho. Bendita tu sonrisa.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Minuto 24. La cola de vaca


No se trató de un minuto, ni de medio. Se trató de un segundo, de una centésima de magia. Un momento, un instante en el que Romario da Souza Faria consagraría uno de los regates más famosos de la historia.

Recibió el balón en el balcón del área. De espaldas a Alkorta y a Buyo. Su pie se amoldó al esférico dándole forma. Con una caricia al balón, un giro de su cuerpo y un cambio de ritmo, dejó atrás a Alkorta. Una vez dentro del área, con la punta de su pie derecho, cruzó el balón abajo. Imposible para Buyo, el invitado especial que tuvo el privilegio de ver uno de los mejores regates de la historia del futbol en directo.

Ese era el primero de la noche. O Baixinho metió dos más y asistió a otro a Ivan Iglesias para cerrar lo que sería un 5 a 0 al Madrid. Más allá del 5 a 0, la imagen del partido era Alkorta y la cola de vaca del 10 del Barça. La temporada 93-94 nos dejó esa imagen.

Es uno de los momentos que pasa a la historia del futbol. Cómo un futbolista puede convertir un metro cuadrado de césped en una obra maestra. Cuándo un simple juego se convierte en arte.

O Baixinho sólo necesitó 1,70 m para convertirse en un jugador sin igual y para convertir "La cola de vaca de Alkorta" en un momento para la posteridad. Solo necesitó una temporada para demostrar a Europa que era inigualable. Rápido, sutil y elegante. El minuto 24 de ese Barça 5 Madrid 0, de la temporada 93-94, ya tiene nombres y apellidos para siempre.

MINUTO 111. El minuto que cambió mi historia


El árbitro Aron Schmiduber decreta falta a la frontal del área. Después de la caída de Eusebio, provocada por Invernizzi, el Barça tendrá una excelente ocasión de gol. Una falta perfectamente centrada a escasos metros de la media luna. Muy protestada por todos los componentes de la Samp, pero que ahora se resignan a defenderla.

Es el minuto 111 de la segunda parte de la prórroga. Ni Barça ni Sampdoria han conseguido todavía, traspasar la portería rival. El Barça, con uno de los mejores xutadores de faltas, Koeman, tiene una oportunidad de oro. El estadio de Wembley sigue vibrante y expectante por el desenlace del partido. Los casi 71.000 espectadores esperan que uno de los dos equipos se convierta con el rey de Europa.

El árbitro coloca la barrera del equipo italiano. Una barrera humana, que tendría que estar a 9,15 metros. Bakero pero, hace gestos ostensibles con los brazos hacia el colegiado quejándose de la barrera. Incluso Roenald Koeman pide la distancia reglamentaria. Da la sensación que la barrera se avanza despacio. La barrera está formada por siete hombres: Renato Buso, Lombardo, Lanna, Roberto Mancini, Gianluca Valli, Vierchowod y Mannini. Ante estos siete hombres, tres barcelonistas, vestidos de naranja: Bakero, Stoitchkov y Koeman. En su propiedad y quieta en el suelo, la pelota del partido.



Esta, dispuesta a ponerse en movimiento cuando el señor de negro, haga sonar su silbato.

El árbitro se acerca una vez más y pide a los jugadores de la Samp que cumplan la distancia reglamentaria. Los italianos se sitúan medio metro dentro del área. Gianluca Pagliuca, el portero del equipo de Génova, se encuentra debajo de los tres palos. Con la intención de seguir parando todas las ocasiones de los azulgrana de aquella noche; y de este modo, convertirse con el nuevo Dukadam.

El señor Schmiduber hace sonar el silbato. La toca Stoichkov, la para Bakero y pica Koeman.

El chut del holandés sale proyectado a una velocidad inimaginable. Vierchewod y Mannini han salido disparados de la barrera para obstaculizar el tiro. El cuero pero, pasa entre sus dos cuerpos y atraviesa el área a una velocidad endemoniada. Dirección portería. Pagliuca, ha hecho dos pasitos hacia la izquierda creyendo que el chut iría por sobre la valla. Intenta rectificar su movimiento para recuperar el espacio que él mismo ha perdido. Demasiado tarde. El chut de Koeman atraviesa la línea de gol por la derecha de la portería mimando la red. La pelota ha salido limpia del pie derecho del cuatro del Barça, para ir a parar al fondo de la portería sin que nadie lo pare.

Llega el frenesí. Koeman se convierte con el Dios de Wembley. Sale disparado hacia la línea de banda a celebrarlo. Los componentes del equipo, enloquecidos y superados por la situación, abrazan al rubio holandés. Incrédulos ven como aquel sueño se ha convertido en realidad. Los forófos culers presentes en el templo, ya por siempre jamás más del barcelonismo, comparten su euforia con sus compatriotas de viaje y de partido.

Koeman acaba de chutar para la historia.